OPINIÓN
Jenniffer, ¿un nuevo fenómeno político?
Lee la columna de opinión de Mario Ramos Méndez

Hemos visto cómo la gente sale de sus casas a ver a Jenniffer González, la candidata a la gobernación por el PNP. Familias enteras esperando en el lugar donde haría una pausa en la ruta que terminaría en el próximo municipio. De inmediato, a su llegada, surgen los aplausos y el festival de abrazos comienza. La comisionada residente los abrazaba a todos y con cada uno de ellos forma una corta conversación donde se comunican lo necesario para que el contertulio sepa los pormenores.
En una reunión en Vieques fue recibida en el pequeño aeropuerto por un grupo de viequenses que al bajar del avión la abrazaron, besaron y entre repetidas bendiciones que le echaron se formó en el caminar hacia el automóvil un conversatorio donde la gente le preguntaba, le sugería y hasta le tuteaba buscando satisfacer las interrogantes que con sus contestaciones quedaron satisfechas por haber obtenido información que desconocían.
El trayecto del aeropuerto de Vieques hasta Isabel Segunda, su poblado principal y hasta su capital -como históricamente se le conoce- duró más de cuarenta y cinco minutos. Los abrazos y el hablar con la gente atrasaron el viaje hasta el área urbana, donde un abrazo colectivo, manifestado individualmente, la esperaba desde hacía varias horas. Algo que se repite en cada municipio.
En restaurantes, en cafeterías y hasta en “chinchorros”, al Jenniffer entrar la gente se le acerca y es abrazada por los presentes. Las personas mayores la besan, le regalan escapularios y la bendicen. Ella les responde con agradecimiento para luego abrazar a la siguiente persona y recibir el mismo gesto de afecto. Todos ven en ella a sí mismos, pues saben que vino de abajo y desde los grados primarios hasta que terminó sus estudios escolares, fueron hechos en la escuela pública.
Las visitas a los pueblos han sido reveladoras. Saluda, mejor dicho, abraza a cada persona que se encuentra en el lugar. Con cada una de ellas habla. Le dan ideas, sugerencias, reclamos, críticas -que las recibe con atención-, escucha historias, cada uno le presenta a sus familiares y muchas madres jóvenes, cargando a sus bebés, le hablan de sus necesidades y de las cosas que se pueden hacer. Todo esto, mientras ella escucha con atención lo que expresa cada cual.
En los últimos días de la campaña he podido comprobar la efervescencia de la gente cuando la líder llega a los pueblos. Todos se arremolinan para saludar y Jenniffer, aun con señales visibles de cansancio, no escatima para atender a los anfitriones del lugar. Se esmeran en halagos, cumplidos, elogios, los que ella recibe con humildad y que entre cada abrazo aprovecha cada segundo para descansar del arduo trabajo que significa una campaña política.
En una actividad en Utuado la cantidad de gente que la recibió superó por mucho las expectativas y recordó los tiempos aquellos cuando la política era uno de los principales atractivos de nuestra sociedad. Los entretenimientos que hoy tenemos no impidieron que semejante masa humana llegara hasta el lugar del encuentro, donde luego de dar el mensaje se ofició el festival de abrazos y conversaciones que ella acostumbra a dar.
Su convicción por la igualdad política para los ciudadanos americanos que vivimos en Puerto Rico es granítica. Sabe que la estadidad es un asunto de derechos y obligaciones, y que en nada significa la disolución de nuestra personalidad cultural, como en tiempo reciente han dicho, en completa ignorancia, ex populares en tránsito directo a la independencia, pues la nacionalidad no es otra cosa que el vínculo jurídico de una persona con el estado.
De hecho, los últimos datos del Censo revelan que en los Estados Unidos casi 68 millones de personas hablan en sus hogares otro idioma que no sea el inglés. Son 382 lenguas habladas sin que la nación se haya convertido en la Torre de Babel, pues todo idioma está protegido por la Primera Enmienda, y a eso apela Jenniffer que lleva la antorcha de sus antecesores; la Patria Regional de Barbosa, el Refugio de la Dignidad de Martínez Nadal, la Estadidad Jíbara de Luis Ferré y la Estadidad es para los Pobres de Carlos Romero Barceló.
Estas elecciones el pueblo tiene la oportunidad de elegir a una persona que, de los cuatro candidatos a la gobernación, es la que más se parece al puertorriqueño de abajo, al de la calle, el de los residenciales públicos y las barriadas, que es el Puerto Rico profundo y sincero y de reafirmación cultural, y el que, estoy seguro, la elegirá como gobernadora.