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El otro amigo de Juan Dalmau
Mario Ramos Méndez28/09/2024 Actualizado hace Sep 28, 2024 Comments

Tan pronto salió la noticia de que existía entre figuras del Partido Independentista Puertorriqueño una red de comunicación llamada, “Chat Falocrático” las dudas y reservas sobre la pulcritud de este partido comenzaron a salir a la superficie. Luego, fuentes anónimas filtraron información de su contenido. Historias de hostigamiento sexual y laboral, separados o ambos contra una misma persona, comenzaron a conocerse. Esto obligó al candidato a gobernador Juan Dalmau a celebrar un domingo una conferencia de prensa y, prácticamente, balbucear palabras tratando de explicar semejante caso.
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Cuando en los últimos meses se ha conocido de sus andanzas con los dictadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela, el respaldo de estos a la independencia de Puerto Rico y Juan Dalmau junto a Rubén Berríos Martínez y María de Lourdes Santiago felizmente retratados con ellos, de su rol como asesor del gobierno nicaragüense, del que tienen cédula diplomática para representar a ese país en organismos internacionales, como la ONU y la OEA, hemos visto en él a un Doctor Jekyll y Mr. Hyde de la política puertorriqueña. Independentista en su intimidad y públicamente un hombre de gobierno.
Su respaldo y defensa a regímenes que violan los más elementales derechos humanos, que guardó silencio por las elecciones de Venezuela donde se perpetró un fraude masivo que recibió el repudio de la comunidad internacional y que solo tuvo el respaldo de regímenes dictatoriales como Cuba, Nicaragua, Irán y Rusia, ha dejado mucho que desear.
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Además de estos dictadores, ahora aparecen como camaradas de Juan Dalmau dos personajes fantasmagóricos como René Pérez y Bad Bunny, que se han distinguido por lo soez y lo vulgar de sus canciones, donde la denigración a la mujer en todos sus órdenes es algo nunca antes visto en la historia de la música. En el caso del segundo, basta escuchar su canción El Apagón para ver hasta dónde pueden llegar estos cantantes y su desprecio por la figura femenina. No conozco una palabra o un comentario que el líder independentista haya dicho condenando esa contaminante lírica.
El caso de René Pérez es algo espantoso. Dijo recientemente que Dios puede ser una rata que hace milagros. Juan Dalmau, que busca el voto de los religiosos no ha dicho una palabra sobre esa expresión que lacera el espíritu de cualquier cristiano.
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Ambos cantantes están en la danza de los millones y los Estados Unidos es su seguridad económica y legal, donde sus propiedades, dinero y derechos están asegurados. Bad Bunny, por ejemplo, ha sido contratado por el Municipio de San Juan y bajo la gobernación de Ricardo Rosselló y de Pedro Pierluisi tuvo contratos con la Compañía de Turismo. Y tuvo la incorrección de manifestar que nuestra ciudad capital es la peor conservada y más deficiente de Latinoamérica. A todas luces un ataque político que desmerece a Puerto Rico, pues en La Habana en Cuba sus estructuras se están cayendo en cantos y es de las ciudades más sucias del hemisferio occidental.
Pronunciamientos dirigidos a la redención de los pobres, las madres solteras, los envejecientes, los que no tienen el privilegio de tener un plan de salud, los que no tienen vivienda propia y, mucho menos, tienen el dinero para comprar una, no están en la boca de Bad Bunny ni en su lírica en nada
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cancioneril. Palabras que sirvan de bálsamo a esta sociedad llena de agresividad y agite son sonoras por su ausencia en su acervo musical.
Bad Bunny tiene un caudal económico de hondo calado. Tiene propiedades en distintos lugares, como en el estado de California, donde una residencia puede costar millones de dólares. No sabemos cuánto paga en contribuciones en Puerto Rico y si se ha acogido a exenciones contributivas por cualificar para ellas. Él vive la estadidad. Tiene derecho a votar por el presidente y vicepresidente de los Estados Unidos y a que congresistas lo representen en el Congreso, algo que los que vivimos en la isla todavía no tenemos.
Sus recientes afirmaciones de “muerte al PNP” y sus ataques con anuncios en los Billboards, sugiriendo que apoyar el Partido Nuevo Progresista es votar por la corrupción y, de igual manera, no amar a Puerto Rico, van dirigidas a sembrar el odio contra los que creemos en la igualdad en derechos. En ningún momento Juan Dalmau -el hombre que no quiso ir al Grito Lares- ha repudiado esa estridencia verbal. Ha permanecido agazapado, en silencio cómplice y en aparente y alegada confabulación para atrapar la voluntad del pueblo.
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