El cambio climático en el plebiscito

El cambio climático en el plebiscito

  • Kenneth Davison McClintock, exsecretario de Estado y presidente del Senado
  • Actualizado hace una hora
Discuten espacio en papeleta para voto ‘write in’ vr-2024-07-13-001-portada
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En 42 días, los electores que reconocemos que el calentamiento global es un problema mundial, nacional, territorial y municipal real tendremos la oportunidad de tomar el primer y más importante paso para proteger a nuestro Puerto Rico del más importante riesgo físico en nuestras vidas, al votar en la quinta papeleta plebiscitaria el 5 de noviembre.

El Comité de Expertos y Asesores sobre Cambio Climático (CEACO) de Puerto Rico rindió su monumental informe el año pasado que la nueva Asamblea Legislativa tiene hasta el final de la próxima sesión para evaluar. Posiblemente su más importante conclusión es su conservador estimado de que el cambio climático le costaría a Puerto Rico la friolera de $379 billones de dolares durante los 25 años que restan para 2050.

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Empezando por el legendario Carl Soderberg, le tengo una gran admiración a los integrantes y un inmenso respeto por la excelente labor que han realizado, pero creo que el estimado de CEACO se queda bien corto, y que el costo real se aproximará más a los $500 mil millones, o sea, lo que el gobierno federal llamaría medio “trillón” de dólares y en la Madre Patria llamarían medio “billón”. ¿Por qué? Entre otros factores, todas las propiedades públicas y privadas en nuestros 450 millas de costas se van a ver afectadas en valor, requerirán millones de dólares por cada milla de costa en su defensa y protección, u otro “dineral” en su remoción y sustitución.

El día de la elección general estaremos escogiendo nuestro próximo gobierno estatal, incluyendo nuestro(a) gobernador(a), quien nos representará en el Congreso y expresaremos nuestra opinión de quien será nuestro(a) presidente(a). Al hacer esas selecciones será importante conocer sus opiniones sobre cómo combatir el cambio climático. Sin embargo, no importa lo que prometan JGO, JMO, Dalmau o Javier, la ejecución de esas promesas dependerá de los recursos disponibles y de dónde vendrán. De la misma manera en que en las papeletas electorales cada elector tiene que escoger entre la izquierda y la democracia, en la papeleta plebiscitaria cada elector tendrá que escoger entre la independencia, con o sin tratado temporero de asociación libre, y la Estadidad.

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Bajo la independencia, Puerto Rico no tendrá ni acceso a $379 mil millones o más para combatir el cambio climático ni la capacidad propia para levantar esos recursos. Bajo la Estadidad sí, porque ya el Congreso de nuestro país ha comenzado a repartir cantidades, aún modestas, para combatir el cambio climático. Con la Estadidad, no tendremos que pedir esos recursos porque nos llegarán automática e igualitariamente.

En una oración, solo bajo la Estadidad podrá Puerto Rico financiar todo lo que el CEACO ha estimado que hará falta para combatir el cambio climático.

Tomemos, por ejemplo, el Aeropuerto Luis Muñoz Marín en Carolina. Esa propiedad incluye un sinnúmero de canales desde que se construyó hace setenta años para desviar flujos acuáticos y proteger su operación. Su principal pista en algunas partes está a unos pocos cientos de metros de distancia del intenso oleaje del Océano Atlántico y de potenciales tsunamis y aumentos en el nivel del mar. Se estima que el nivel del mar pudiera subir un metro en unas décadas, frente a una pista que se encuentra a apenas 3 metros de altura sobre el Atlántico.

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Como ejemplo de cómo hemos ignorado el cambio climático en el pasado, ante la urgencia que el CEACO nos reclama que tenemos que imprimirle en el futuro, las obras de restauración que han mantenido esa pista cerrada por más de un año no incluyen rellenar, reconstruir ni aumentar la altura de esa pista ni en un metro, lo que de realizarse alargaría la vida útil de nuestro principal aeropuerto en por lo menos medio siglo.

Al igual que con nuestro principal e insustituible aeropuerto, el cambio climático lo afecta todo; nuestra agricultura, nuestra manufactura, no solo residencias en Loíza, Rincón y Ocean Park que los medios selectivamente gustan reseñar, sino toda la infraestructura en nuestras 450 millas de costas, incluyendo las playas que ya están desapareciendo como ya ha desaparecido el islote de Palominito que visité decenas de veces en el pasado para recrearme.

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Para enfrentar ese gran problema desde ahora, a los puertorriqueños que nos preocupa el ambiente y el costo de la inacción tenemos que pensar cómo nuestro voto en el plebiscito el 5 de noviembre puede ayudar o no a Puerto Rico a acceder los recursos que harán falta ahora y en el futuro.

Para proteger el ambiente, enfrentar el cambio climático, y que nuestras futuras generaciones puedan disfrutar de playas y de un Puerto Rico verde que no desaparezca como nos pasó ya con el islote de Palominito, la alternativa es clara, votando por la Estadidad.

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